Comerciales e industriales en Colombia encuentran en la actual coyuntura económica un escenario óptimo para la importación de productos que por ventaja competitiva son elaborados con mejor desempeño en calidad y costos en terceros países, permitiendo con ello obtener una oferta atractiva y diferenciadora para los mercados locales. Han sido estos ciclos de comportamientos deficitarios en términos de balanza comercial los que han traido consigo consecuencias muy ambivalentes para el escenario económico del país, pues se perfilan muy provechosos en términos de rendimientos para el empresario, pero al importar productos que se pueden hacer en el país, se estaría sacrificando la producción y el empleo nacional. Sucedió entonces que al momento de anunciar y ejecutar la apertura económica el tejido empresarial no tuvo oportunidad de ponerse a la altura en costos, presentación y calidad y la globalización llegó sin la adecuada protección a la pequeña industria. Sin ningún salvocoducto . Sin la preparación, Colombia nunca alcanzó un equilibrio coherente de las fuerzas productivas internas, lo que hizo imposible lograr una “justicia espontánea del mercado”.
Notablemente importar permite que aquellos bienes de capital e insumos que no se producen en el país puedan ser adquiridos a precios más bajos en el extranjero. Sin embargo, la polémica está en que fue el mismo empresariado quien sufrió la consecuencia inevitable, el desmonte dramático de la producción local para abrirse a los productos de la industria mundial llevando la economía nacional a reducirse al papel subalterno de aportar las materias primas al mundo. Citando la carta que Miguel Samper envió a José Leocadio Camacho en 1867, donde dice: “Si en nuestro país se hubiera alentado y protegido la industria, estimulado a los que a ella se dedican, no se habría alimentado el monstruo de la empleomanía, que es el que lentamente nos devora. Los pueblos en donde las artes han sido protegidas han llegado a un grado tan eminente de prosperidad, que se han captado el respeto y la admiración de las naciones, no solamente por su riqueza y preponderancia, sino por la fuerza material..”
Siendo este un escenario importante de considerar, la clase industrial colombiana ha asumido posturas firmes para sobre ponerse a las políticas de promoción del libre comercio en importación y exportación, logrando superar algunas barreras de comercio y haciendo camino hacia la industrialización y el crecimiento económico desde el intercambio comercial.
Estas razones se convierten en criterios de fondo, que exige a cualquier futuro importador a prepararse estratégicamente para enfrentar los porvenires propios de cada operación y en general para proyectar su actividad como sostenible en el tiempo.
Desde una perspectiva empresarial, el primer obstáculo al que se enfrenta un potencial importador es la información. La incertidumbre asociada a la demanda del mercado, las preferencias de los consumidores y la regulación pueden impedir que las empresas entren en el mercado local importando nuevos productos, incluso cuando el hacerlo resultaría muy rentable. Consideraciones como el coste de trasladar mercancías físicamente desde el punto de producción en origen hasta destinos en el mercado nacional supone un costo comercial muy importante para cualquier empresa, teniendo en cuenta la escasa infraestructura física y, en muchos casos, los ineficientes servicios de transporte. Para este punto es también importante revisar que su empresa esté consignada con la actividad importadora en el Registro Único Tributario.
A nivel de producto, es indispensable realizar un análisis del aprovechamiento en cuanto a beneficios aduaneros y tributarios, como los que pude gozar un producto por inclusión en los Acuerdos de Promoción Comercial de Integraciaón (TLC’) o por la realización de dicha actividad dentro de una Zona Franca.
Como tercera instancia y posterior a un perfilamiento técnico del producto, es importante incluir dentro de la preparación, la estructura aduanera para el grupo de productos a importar. Esto le permitirá establecer unos criterios en términos de barreras arancelarias y para-arancelarias tales homologación de vistos buenos, registros sanitarios entre otras. El análisis correcto de esta instancia le permitirá al importador explotar las preferencias otorgadas en los acuerdos de libre comercio para obtener los beneficios económicos otorgados a cada sub-partida.
La optimización del manejo cambiario se convierte en una cuarta consideración pues es fundamental conocer de manera estricta las obligaciones cambiarias que aplican para la normatividad colombiana. Herramientas como los forwards de cobertura, las fluctuaciones spot del mercado de divisas y las cuentas de compensación, son herramientas que pueden minimizar el impacto de la diferencia de cambio. Los gravámenes financieros e intereses negociados frente a créditos documentarios para la importación serán también parte de la estructura de costos al proyectar los presupuestos de importación.
Finalmente, se necesita un planteamiento minucioso del esquema logístico en términos de costos dentro de los cuales deberá incluir aspectos como los gastos de transporte y los gastos de legalización de las mercancías. El espectro de actores que participan en un proceso de importación en colombia, va mucho más allá de considerar el coste del transporte internacional, pues los gastos de movilización portuaria, administrativos y de bodegaje pueden ser intrínsecos a la operación de su agente de carga o aduana pero es usted quien debe velar porque dichos rubros se presenten bajo la dinámica adecuada para su compra internacional.
En general es importante de rodearse de aliados que tengan conocimientos de los procedimientos logísticos y aduaneros y evitar así incurrir en irregularidades formales que puedan generar sanciones económicas para la empresa.
Para esto y mucho más está a la orden nuestros servicios de importación y exportación dirigido por nuestro equipo de especialistas de Acceso Internacional.
Autor: Juan Sebastián Quiceno